lunes, 18 de febrero de 2013

Libros viejos


Prefiero los libros viejos aunque no antiguos. Me atraen gastados y manoseados, los libros con espíritu, con olor a tinta seca y papel tostado. Los libros nuevos me parecen fríos, demasiado perfectos y solitarios.

Este personal dilema me ha acompañado siempre y las causas de tal obsesión no he logrado identificarlas. Lo que sí puedo contar son mis casi psicóticas anécdotas sobre libros viejos y libros nuevos.

Mis años de estudiante en el Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas (IPVCE) “Ernesto Guevara” de Santa Clara fueron los momentos de mayor esplendor de la majadería en cuestión. Allí, en el famoso grupo 6 de la unidad 2 (quienes pertenecieron sabrán cuál fama y a los que no, les digo que la trascendencia vino por ser los mejores y los peores), esperaba con paciencia a que los libros hicieran la ronda por los cerca de 30 colegas lectores.