miércoles, 7 de diciembre de 2011

"Soy un producto de Sagua" *

Raíces indígenas, africanas, europeas y asiáticas se sincretizan en un sagüero que no solo es universal por sus etnias de base sino además por su personalidad artística surgida en una Sagua mágica y compleja: Wilfredo Oscar de la Concepción Lam y Castilla quien, por capricho español, se eternizaría simplemente Wifredo Lam.

La calle Carmen Ribalta lo recibió el mismo día en que la ciudad celebraba aniversario. Así desde su natalicio pensamientos, nostalgias, frustraciones y triunfos lo ligarían indisolublemente a esta tierra. La misma que ensució sus ropas, mojó su cuerpo y despeinó su pelo africano. Ese que por azares de la vida le tocó solo a él entre 8 hermanos achinados.

Desde entonces su destino se identificó con la suerte de los negros y con la elegancia de su madre mulata, por la cual sentía poderosa atracción. Del padre chino solo le vino la delicadeza, la paciencia y los ojos rasgados. Con razón se reconocía especie exótica mientras hizo vida en España y Francia.


Se dice que de niño siempre quiso ser maestro y a la larga lo consigue aunque no enseñó letras o física sino una obra pictórica plagada de intenciones didácticas. Un mundo cargado de misterio y comunicaciones sobrenaturales moldean su fantasía entre rituales afrocubanos y supersticiones de lunas y güijes. Significados que más tarde asoman como figuraciones a sus pinturas.

En Sagua la Grande es seducido por las primeros cuadros que vio en el Colegio de los Jesuítas y que marcaron para siempre sus dibujos de niño-adulto. Aquí también conoció el amor y la amistad sincera, de la misma forma que sufrió la discriminación en los círculos blancos.

Su visión de la Villa del Undoso, sintetizada en una mezcla de historias, leyendas y realidad, se consolida como una de sus obsesiones más intensas. Y aunque recorre el mundo y se hace grande la esencia de Lam sabe a Sagua y a Cuba.

* Dijo en entrevista a Antonio Núñez Jiménez en 1980.

(Visite "La muestra del mes" al final de la página).

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